Algunas relaciones de pareja pueden causar un nivel de estrés que puede ser perjudicial para el bienestar físico y psicológico de las personas y adicionalmente, puede impactar de forma negativa a los hijos.
Mantener conflictos sin resolver, puede llevar a la pareja a que expresen ciertas palabras o situaciones que los lastiman profundamente. Adicionalmente, puede crear una distancia emocional, que puede hacer que la pareja se pueda sentir como un bote varado en medio del océano, deseando tener conexión, sentirse seguros y protegidos en la relación. Ahí es donde empieza a surgir la pregunta de cuando ir a «Terapia de Pareja».
La falta de compromiso y confianza perpetúa interacciones tóxicas que alejan cada vez más al uno del otro, en lugar de construir un puente que pueda permitir el acercamiento entre los dos.
La terapia de pareja puede generar un cambio positivo en la gran mayoría de los casos, un cambio positivo significa, lograr el bienestar de cada uno de los miembros de la pareja y también el de la familia en caso que tengan hijos.
Sin embargo, las parejas a menudo no buscan soluciones basadas en psicología clínica para mejorar su relación. Parte de esto se puede deber a las creencias que hay alrededor de la terapia de pareja, a continuación expongo algunos ejemplos acerca de esto:
La terapia de pareja es un camino para ampliar la visión que se tiene de la relación, para poder hablar y escuchar al otro de una manera diferente y respetuosa, para conocer el punto de vista y la vivencia de cada uno y para lograr el bienestar de la pareja, ya sea unidos o separados.
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