

La actitud desafiante inicia cuando el padre pide algo a su hijo y este se niega a tal punto, que el padre también discute y quiere por todos los medios que su hijo obedezca, mientras este sigue manteniendo su posición, terminado así en una lucha de poderes entre padres e hijos, «¿quién va a ganar esta batalla?”.
Cuando se llega a este punto, generalmente se han expresado de manera poco respetuosa, a veces hasta hiriente y pocas veces se llega a un acuerdo. Esta situación es bastante desgastante para los padres y también para los hijos, cada uno quiere mantener su posición y por supuesto vencer a su contrincante.
Está muy arraigada la creencia en nosotros los adultos que los niños tienen que obedecer, sin embargo, en mi trabajo con padres, les pregunto qué cualidades y habilidades quisieran para sus hijos en el futuro, y una de las cosas que más escucho es que sus hijos tengan su propio criterio.
Por lo tanto, cuando les pedimos a los niños que sean obedientes, ¿les estamos enseñando a construir su criterio?, yo no creo. Lo que le estamos enseñando es a ser un niño sumiso y le estamos quitando la oportunidad de poner en práctica lo que realmente lo va a llevar a que en un futuro pueda tomar sus propias decisiones y no se deje influenciar fácilmente por los demás.
Esto no significa que vamos a ceder a todos sus pedidos ¡NO!, lo que significa es que el niño o adolescente tiene derecho a ser escuchado tanto como sus padres, tenido en cuenta y puede ser partícipe de los acuerdos que se hagan entre ambos.
Es así como estaremos educando adultos que escuchan a otros, que comprendan la importancia de la opinión de los demás y de expresar su opinión, entonces, estaremos construyendo la posibilidad de generar soluciones conjuntas, respetuosas para ambos y también promover el compromiso de cumplir con lo prometido.
En los talleres de educación consciente que realizo de manera personalizada o en grupos, comparto valiosas herramientas para los padres, maestros y cuidadores para que puedan alcanzar la cooperación de los niños y adolescentes, y así, evitar las luchas de poderes entre padres e hijos.
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